Los niños ferales, como es evidente, prefieren la compañía de animales que la de los seres humanos, ya que no congenian bien con ellos por sus costumbres y hábitos.
En el ejemplo de Kamala, olfateaba la comida y la cogía como si fuera un perro, así es que los perros la reconocieron como una más.
Después de capturar a los niños ferales, el hecho de re-integrarlos en la sociedad es un proceso difícil, puesto que no han tenido contacto con otros humanos y especialmente porque nunca han usado las estructuras del lenguaje que esto les imposibilita aprender de la manera común y corriente de la que aprendemos nosotros en nuestra sociedad.
Pero lo que verdaderamente capta nuestra atención es que casi ninguno de ellos ríen y se muestran sexualmente indiferentes.
Todos estos aspectos sobre la sociabilidad de los niños ferales, ha servido para los científicos y los filósofos, ya que podía responder a preguntas de cómo somos los seres humanos realmente: si en verdad tenemos ideas innatas y si es verdad eso de que el hombre es social por naturaleza.
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